Añoro esos días de ensayo de
baile (aunque no lo crean, bailaba) exactamente a las 7 p.m., esos días en que
Papá Pulpo me recogía y nos dirigíamos a comer un rico pollo a la brasa (el comer era
dejando un día ) o nos quedábamos largo rato conversando
con nuestro grandes amigos (ya casados y que pronto tendrían a nuestro gran
sobrino). Al día siguiente, me despertaba temprano para ir a trabajar. En la
tarde, a veces, cuidaba a mi gran sobrina o de repente salía.
Hacía lo que yo quería. No era mamá. Mi sueldo de fin de mes era mío, ¡cómo me gustaba de ir de compras! Lo primero que veía era un buen pantalón jean, unos buenos zapatos, blusas, etc. ¡Qué vida!
Hacía lo que yo quería. No era mamá. Mi sueldo de fin de mes era mío, ¡cómo me gustaba de ir de compras! Lo primero que veía era un buen pantalón jean, unos buenos zapatos, blusas, etc. ¡Qué vida!
El día llegó: me enteré de que
sería mamá. Feliz, a la vez tan confundida, las cosas que me puse a pensar fueron: «Ahora, ¿cuándo bailaré de
nuevo?», «¿El parto será doloroso?» (admito soy llorona) «Y la lactancia, ¡qué
horror!» (todas las mamás que conozco han sufrido grietas, mastitis etc.). «Ojalá
no sea llorón o llorona» (pues que creía que iba a tener a un robot para poder
ponerle on y off) y la pregunta de ese tiempo y de ahora: «¿Seré una buena
mamá?».
La maternidad cambió mi vida.
¡Sí! Vayamos a lo físico que muchas dicen: «A mí no me importa». Yo también lo
digo, sin embargo, todas queremos sentirnos bien, sobre todo por cuestiones de
salud, sino díganme a mí que estoy con dolor de columna por el aumento de peso.
Las estrías… a las que no les han salido, ¡qué suerte! A mí me salieron hasta
por los muslos (como para lucirlos en ropa de baño, orgullosa de mis estrías).
No me resultó usar ni cremas, ni talco, nada. Comprendí que atraigo a las
estrías, ellas se enamoraron de mi piel… jajaja. Hablando de piel, quedo con
flacidez, cuelga todo, jajaja. Adoro mis brazos colgantes cuando digo: «¡Chau!»
u «¡Hola!» (la piel va colgando para hacerse notar jaja).
Mis pechos… esos sí cambiaron, pero
de ellos sí que estoy orgullosa, sé que no a todas le pasa lo mismo, pero los
míos son especiales… jajaja (más de dos años dando teta, imagínense) pero así
siento que eso es lo que más me cambió la vida, aparte de mi vientre, que dio
vida a dos seres humanos tan preciosos. Mi cuerpo dio y da que alimentar a mis
dos niños. A pesar de que la hermana mayor ya no toma teta, cuando se siente
triste se acurra en mi pecho y se queda dormida. Ahora comprendes por qué adoro
mis pechos.
Al momento de dormir, no me hice
tanto rodeos. Claro, al comienzo fue difícil, por la lactancia (aun no sabía
acomodarme y dolían los pezones), no por él: «Voy asfixiar a mi bebé si duermo
con él». Así que ahora somos capos en la materia del colecho de a 4, a las
finales la cama matrimonial es una cama de 2 plazas aumentada por una camita y
todos dormimos felices.
¿No les pasa que al ir de compras
todo es para su bebé? Eso es un gran cambio para todas. Siempre me dice Papá
Pulpo: «¿Quieres algo para ti?», y yo: «Mejor vamos arriba» (lo llevo a la ropa
de bebés y salimos comprando algo para Súper Bebé y la Hermana Mayor).
Mis días cambiaron. Ya no bailo,
no me voy de compras que no sea con mis hijos, no trabajo y a las que trabajan
no me imagino como estarán en su centros laborales con la preocupación,
pensando en cómo estarán su bebés. Ya no comemos fuera, siempre pedimos
delivery, trabajamos por nuestros hijos, defiendo a la lactancia. ¿Tengo días
pesados? Claro, ¿quién no? ¿Necesito relajarme? Sí, lo necesitamos, y no solo
hablo por mí o por las mamás, hay padres como Papá Pulpo que hacen de todo para
que mamá descanse unas horas (eso será un post primicia de Papá Pulpo). Solo
puedo decir a las 5:30 a.m. (cuando no
trabajaba me despertaba a las 10:00 a.m.): ser mamá me cambió.
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