Momentos...


Te tengo en mis brazos, nos miramos y me das una sonrisita tierna. Somos cómplices en estos momentos, somos uno solo en estos instantes. Amo tus caricias, sobre todo cuando me quedo dormida, tu manito llega a mi ojo y los intenta abrir. Intentas decirme: «¡Despierta, aquí estoy!» Ahora te digo que sí sé que estás ahí, que tu corazoncito late junto al mío. Que sueño contigo, que tu felicidad es la mía, y más aún: tu bienestar es mi alegría completa.
El momento mágico aún no termina, y ahora te tocó quedarte dormido. Es inevitable, siempre lo haces, y lo curioso es que durmiendo buscas lo que necesitas para dormir mejor, pero no lo alcanzas. Ya me acostumbré a que las horas punta de esos momentos sean a las 3 a.m. La fuerza me acompaña para poderte abrazar y decirte lo mucho que te extrañé, y tú también lo hiciste. Antes que cada noche te despertaras, las cosquillas que yo tenía en el envase de  tu «alimento por excelencia» no paraban, y esa era mi alarma, ya sabía que te despertarías.
No quiero que llegue el día que no hayan más esos momentos de encuentros, de carcajadas, de consuelo para ti, de amor mucho amor.                                                   
                                 
Es la segunda experiencia, igual de intensa, con el mismo amor, con las mismas miradas. Aún recuerdo cada vacuna, cada chequeo con el médico, a ninguno le gustaba y, en ese momento, sacaba el envase natural de alimento y se calmaban al instante. ¡Qué milagroso! Resultó ese envase chiquito. Perfecto para cada momento y sobre todo cada cambio de humor que han tenido. Pobre envase, también sufrió con algunos accidentes que suelen pasar, como con el primer diente, pero los momentos mágicos no se perdían.
Te acurrucaste, hace frío. Te encojes, y tu cabecita se apoya en mi pecho. Lloro, porque no quiero que te pase nada malo, porque quiero salir de lo mal que me siento cuando pienso lo que me dijo el doctor y cuando veo tu «lunar». Estoy tranquila a la hora de nuestra eterna conexión, quisiera que esos momentos fueran estáticos. Ya te imaginaste de qué momentos mágicos hablo… sí, amor, es la teta, mamá y tú. Seguro no recordarás, pero en este preciso momento estamos en esa conexión de almas, de amor, de todas las cosas hermosas que puedan existir en el mundo. Somos uno solo. Espero que esa misma conexión y fuerzas, sobre todo de tu inseparable teta, sea tu anestesia perfecta para ese día, que lo voy a contar cuando haya pasado todo y salgamos victoriosos de ese momento.
Te amo por siempre.
Mamá

Continuará…

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