Cuando nació nuestra primera hija Claudine, prácticamente desde el primer momento que la tuvimos en casa, siempre preferimos tenerla con nosotros por las noches a la hora de dormir, ya sea porque nos preocupaba mucho no tenerla bajo nuestra supervisión en esas horas o porque nos parecía lo más práctico en los momentos en que nuestra pequeña se despertaba de madrugada, de esa manera el impacto en nuestro descanso también era menor, ya que al día siguiente había que estar con fuerza para las labores diarias. Nuestra pequeña Claudine también descansaba mejor en los brazos de mamá, no había llantos de madrugada y poco a poco comenzaba a dormir casi de largo y siempre cobijada con el calor de mamá y papá.  En esos momentos ninguno de los dos estaba familiarizado con el concepto de “colecho” o “crianza con apego”, fue algo natural o instintivo.
“¡Me quedo calva!” “doy de lactar y se me cae por chorros el cabello” Esas son los comentarios que recibo casi a diarios en la página, si sucede algo después del embarazo es culpa de la teta.
Hace más de un año, un varón me dijo: gorda, despectivamente, como insulto. Nunca en mi vida me habían tratado de esa forma, me decían gorda; pero no como insulto, siempre fue con cariño. 
Cuando le  comenté a Jaime, estuve con uno nudo en la garganta, quería llorar de la impotencia de no haberlo agarrado de cachetadas a ese hombre. Jaime siempre desde que nos conocimos me ha hecho sentir bien, es la persona que siempre me ha levantado los ánimos cuando me he siento las más  fea del mundo (sí, malditos estereotipos) Desde ese entonces me mire al espejo, tenía un gran cambio, mi cuerpo no era de la chica de 22 años. Mi cuerpo cambio y por completo. Las estrías se asoman, la celulitis, el abdomen flácido y la talla de pantalón 30 ya no te queda más. Quizás por eso no compraba mucha ropa, no quería, ¿para qué iba hacerlo? Con este cuerpo que me voy a poner ja , baja autoestima ¿no? No me arreglaba para nada, y yo siempre me ponía algo para salir, al menos delineador jaja, en ese tiempo ni eso.

Los temores o miedos, son normales en todos nosotros; comenzamos desde pequeños con el temor a estar solos en un cuarto o cuna, por eso gritamos, lloramos y queremos estar con nuestra mamá. Los miedos son normales, y en cierta parte positivo para que ayude evitar accidentes a nuestros hijos, ser prudentes y superar dificultades, claro que tú debes estar ahí para ayudarlo. 
¿A qué tienen miedo nuestros hijos? 
Vamos hablar de lo miedos que puedan tener nuestros hijos, me cuentas si con alguno te sientes identificada.

La bruja de mi suegra

Hay suegras que te sacan de quicio y quieren meterse en todo, esas que quieren que hagas todo perfectamente para que su hijito este bien, algunas no te dejan ni siquiera criar a tu manera a tus hijos. Seguro tienes una suegra así, sé que algún día seré suegra pero mi modelo ideal es mi querida Nelly, mamá de papá pulpo, la mami de mis hijos. Ellos la adoran y ella feliz de consentirles y yo la dejo porque quiero que se disfruten ambos, que adoren a su mami y tengan recuerdos hermosos con ella.

Muchos creen la palabra "Bruja" es ofensivo; si averiguan lo que realmente significa para esas mujeres poderosas, ya no comenzarían a decir bruja de forma insultante.



"Las brujas representan el miedo al poder de las mujeres, por eso se las aparta, se las demoniza y se las tacha de algo obsceno, porque son muy transgresoras, porque se atrevieron a vivir solas sin la protección de un varón".
Ana Cristina Herreros