Desde que salí embarazada por segunda vez
–aun dando de mamar–, por razones de salud, mi doctora me sugirió que no
amamantara. Realmente, me asusté, ¡y mucho! Mi hija, aún en los primeros meses,
lactaba en libre demanda, y era imposible dejar de amamantarla. Como siempre,
llegaron los consejos de la familia: «Ya no le des teta», «Esa leche no es
buena», «Pobre de tu bebé, no tendrá leche», «El calostro se va acabar», y
frases del estilo. Yo sólo escuché y decidí averiguar más sobre el tema:
«Lactancia en el embarazo y en tándem».
El tiempo vuela, no hay duda de eso. A veces, puedo sentir como el trabajo consume mi vida y mi tiempo, que los días me llevan de un lado a otro como si fuese una hoja de papel, me levantan y me tiran al suelo con fuerza.
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Alguna vez escuché: «Todo parto es
maravilloso, no debe de haber comparaciones». Para algunas mujeres como yo, ¡no!
Nos arruinaron la forma de pensar en parir con amor, parir sin miedos, parir
sin gritos; yo quería experimentar el amor al dar a luz a mi hija, no quería
experimentar una cruel violación de mi cuerpo, de mi intimidad. Me arrebataron
las ganas de querer un parto natural y me llevaron a un parto con dolor,
desesperación y miedo.
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¿Porteo? ¿Con qué se come? ¿Nuevo baile? No es un nuevo baile de moda, no es una
comida exótica. Porteo es una forma de crianza donde llevamos a nuestros hijos
encima de nosotros. ¿Encima? Claro, desde nuestros antepasados se creó el
porteo como una forma de poder organizarse en el trabajo de la casa o campo y,
de esa manera, protegían a su bebé o niño de los peligros a su alrededor. Sin
embargo, actualmente, se utilizan los portabebés para paseos y no solo lo
utiliza la mamá, también papá portea.
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Gracias por la aceptación de muchas mamás que nos escribieron
y desean una segunda convocatoria http://upaparados.blogspot.com/2014/07/gran-convocatoria-fotografica.html
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